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50 g de mantequilla
1 cebolla pequeña finamente picada
1 y 1/2 tazas de arroz arborio
1/2 taza de vino blanco
una pizca de azafrán en polvo
3 tazas de caldo de pollo
1/2 taza de parmesano rallado
2 huevos poco batidos
65 g de muzzarella
pan seco rallado
aceite para freir.
Caliente la mantequilla en una cacerola de fondo pesado.
Agregue la cebolla y sofríala de 2 a 3 minutos, hasta que esté tierna pero no dorada.
Incorpore el arroz y remuévalo 2 o 3 minutos, hasta que se empape bien con la manteca y la cebolla.
Disuelva el azafrán en el vino e incorpore la mezcla al arroz sin dejar de remover hasta que absorba el vino.
Ponga el caldo en una cacerola y manténgalo en el punto de ebullición.
Añada 1/2 taza de caldo al arroz y remueva sin parar hasta que se absorba.
Agregue más caldo y repita esta operación hasta que quede 1/2 taza de caldo (unos 15 minutos).
Agregue el resto de caldo y remueva.
Cubra la cacerola con una tapa ajustada, baje el fuego al mínimo y cocine el arroz hasta que esté tierno.
Retírelo y deje enfriar.
Mezcle con cuidado el parmesano, los huevos y sal y pimienta a gusto.
Corte la mozzarella en 20 dados pequeños.
Con las manos húmedas forme bolas del tamañó de un huevo con el arroz.
Introduzca el dado de queso en el centro de cada bola y cúbralo con el arroz.
Pase las bolas por pan rallado y déjelas en reposo al menos 1 hora para que queden consistentes.
Caliente el aceite en una cacerola de fondo pesado.
Fría 3 o 4 bolas a la vez durante 4 o 5 minutos, o hasta que estén doradas.
Déjelas escurrir sobre papel absorbente.
Sírvalas caliente.
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